domingo, 1 de marzo de 2015

Diez

“Tú eres la respuesta que yo esperaba, a la pregunta que yo me formulaba” – dije esa última noche donde sus brazos me demostraban seguridad y sus besos me asomaban a la felicidad eterna. Esos son los momentos donde debes tener en claro que un “Para siempre” acaba mañana, donde un “Nunca te dejare” solo es pasajero y un “Todo” no es nada.
Miradas cruzadas y besos largos que albergaban una pasión prematura y ocultaban infinidad de incógnitas que el miedo no dejaban que se aclarasen, es gracioso pensar como después de tantos gloriosos momento puedes despertar de aquel burdo sueño gracias al poder de las voces que te negabas a escuchar pero que aun así buscaban cuidarte de lo que antes era la sonrisa de tu rostro, no hay dolor más grande que el de un corazón roto, solo dijo que se iría y se llevaría todo lo que fuese de él, y en efecto se fue, y se llevó todas sus cosas, todo lo que era suyo. Se llevó todo. Y no me llevo a mí. Y yo era suya.
Repentinamente mi vida tomo un giro sorprendente el lado derecho de mi cama ahora se encontraba vacío, preparaba comidas para uno, faltaba algo… un no sé qué, algo así como cuando rompes un jarrón, no es el hecho de que este roto lo que impide que se recupere, es porque pequeñas piezas se han perdido y las otras no logran encajar aun que me esfuerce la forma jamás será la misma. Los amores cobardes no llegan a amores, ni a historias, se quedan allí.
Después de meses de lágrimas en vano me alenté a salir de esa cama solitaria a alejar mi mente de estos ataques masivos que el mismo se hacía, salí a un bar cercano me senté y pedí una copa, al rato dos manos frías tapan mis ojos y una voz me susurra al oído - ¿Me recuerdas? Era un amigo que siempre estuvo presente en mi pasado con el cual solía pasar horas charlando y riendo, se sentó a mi costado y me acompaño con unos tragos.
-¿Por qué estás sola? Preguntó
Quería despejar mi mente, respondí, me sugirió salir del bar he ir a caminar para poder hablar sobre nosotros, acepté. Fuimos a mi departamento y frente al calor de la chimenea reímos y nos pusimos al tanto de nosotros, afectados por los tragos  una cosa llevó a la otra no quería que esta noche terminara mientras el humo del cigarrillo acariciaba nuestros labios con el sabor a aquel ron añejo que tomábamos seguimos rodando piel con piel hasta el fin de la cama sin caernos ¿De qué somos que tocarnos nos gusta tanto? En ese momento el solo hecho de que nos hayamos conocido, me hacía muy feliz, al menos a mí, vamos a ser felices un rato, aunque no haya motivos para serlo y el mundo me parezca un globo de gas nervioso y nuestra historia una cutre película de vampiros tan solo, felices porque sí.

Al despertar me sentía rara estaba en los brazos de otro hombre, uno que siempre estuvo conmigo y me sacaba una sonrisa inocente, el seguía profundamente dormido y en mi cabeza bombardeaban las preguntas ¿Habrá estado consciente? ¿Qué pasará después? Me di cuenta que me pasaba la vida analizándola y no viviéndola, entonces me comenzó a abrazar fuertemente, beso mi cabeza y me susurro en el oído “Te encontré en mi vida, ya no es necesario recordar a nadie más. Un presente contigo y un futuro contigo hasta el día que tengan que grabar en nuestra sepultura “Aquí yacen los huesos de una mujer y un hombre que lograron ser felices diez minutos seguidos” ¿Por qué diez minutos? – pregunté
Porque yo estaré feliz el tiempo que tenga el placer tu compañía, así sean diez minutos, dos años o treinta.

La gente cree que una alma gemela es la persona con la que encajas perfectamente, que es lo que quiere todo el mundo. Pero un alma gemela autentica es un espejo, es la persona que te saca todo lo que tienes reprimido, que te hace volver la mirada hacia dentro para que puedas cambiar tu vida. Una verdadera alma gemela es, seguramente, la persona más importante que vayas a conocer en tu vida porque te tira abajo todos los muros y te despierta de un porrazo.

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